jueves, 22 de marzo de 2012

XXII

Oírte hablar, es decir, que me llames y escuchar tu voz es ese algo que todo el mundo espera pero que está mal confesar. Cuando me llamas y escucho tu voz siento lo mismo que siente Marta cuando se ve a escondidas con Álvaro, es como mil besos juntos, es la frase correcta en el momento justo, como abrir un huevo kinder, un helado en pleno invierno o esa canción que cantas bajito cuando me llamas y escucho tu voz que es como un café por las mañanas, una ducha y un pijama caliente, tu voz que es tan de esa manera de la que tantas veces me he imaginado en tu cama.

lunes, 12 de marzo de 2012

XII

Voy a explotar. Tengo que explotar por algún sitio. Tarde o temprano.
No se si estaré creciendo, si estoy más enamorada de mi de lo que nunca lo he estado de ti, si me equivoco o si es ahora cuando acierto. No se si escucharme o pegarme un guantazo por niñata y por estúpida.
Estoy entre la gravedad cero y los tres metros bajo tierra. No tengo termino medio y además soy una caprichosa.
Te juro que a ratos te odio, pero me enfado si no me abrazas. Tengo miedo otra vez. Porque me temo más a mi misma que a cualquiera de tus balas.
A ratos no se quien soy. Y yo ya había aprendido quien era.
Pero ahora me siento sola y las voces que se pelean en mi cabeza no me dejan estar sola.
No pretendo que me entiendas. Ni siquiera yo lo hago. Es que necesito un abrazo y un café y La Tertulia o estar sola, o dejar de escucharme a mi o que alguien me diga que no me estoy equivocando, que esto es pasajero, que todo va a salir bien...
O que en vez de querernos tanto, nos queramos bien.