sábado, 17 de agosto de 2013

Yo solo pienso en octubre y agosto no termina nunca

Que dice Sabina que si ya nos echamos lo suficiente de menos. Yo le he dicho que si, pero soy así de absurda, qué le vamos a hacer, ya me irá conociendo. O no.
"Aléjate de eso" me dicen mis amigos, pero cómo coño se hace para estar más lejos de algo que no has tenido cerca. Mi sofá no cuenta. Aquella playa tampoco.
Yo no puedo ir a Praga a olvidarte, quizá si pagarás tú, pero eso ya sería tenerte cerca y en ese caso no haría falta viajar para ir más allá de lo que pueda darnos de sí esta vida. Creo.
No debería querer llamarte cada vez que me siento sola, cada vez que una pareja se besa cerca de donde espero el autobús, cada vez que apareces con tu puta lucecita verde como diciendo "hola estoy aquí, bien ¿y tú?" pero no lo dices. No debería tampoco estar escribiendo esto o cualquier otra cosa, porque todas hablan de lo mismo desde que llegaste de la mano del verano cuando yo me moría de frío.
Y escribo todo seguido porque me niego a llamarte poesía, me niego a aceptar que me has cambiado el sexo por una sonrisa, que quise tu número de teléfono, que quise dormir a tu lado, que sabía que a pesar de lo que me había jurado, recordaría tu nombre a la mañana siguiente y querría hacerte el desayuno y quedarme en la cama contigo, perder el tiempo o lo que hiciera falta.
Yo, que hace tan poco te di la bienvenida a mi autodestrucción y tú, que supiste recomponerme con besos y cerveza. ¿Para qué?

Marina ya basta. Esto no es bueno para nadie y no me refiero al amor o como se llame, hablo de mi. De mi creyéndome incompleta, de mi fumando sola, escuchando Vinagre y rosas de madrugada, de mi convirtiendo mis días en domingo a medida que se acerca la media noche. Basta.

Solo pienso en octubre y ojalá agosto termine pronto.

Basta Marina, basta.

1 comentario: