viernes, 13 de enero de 2012

Te podría decir...

Él era todo lo ella nunca pensó que tendría. Él era un sueño, era un ser fantástico que hacía poesía del hedor a desamor.
Aquella noche se vio reflejada en aquellos ojos verdes y el alma se le partió en dos. Pero él nunca haría una canción de todo aquello.
Él transcribió antes de que a ella le diera tiempo ni a pensarlos, sus sentimientos en un poema y en dos y en tres...
Tenía casi veinte cuando posó todo aquello pero las lunas de él le sacaban ya unas cuantas vueltas de ventaja.
No penséis que ella en algún momento valoró la posibilidad de que él le escribiese algún poema. Era tonta si, pero sabía que nunca había sido lo suficientemente musa. No iba a ser diferente en esta ocasión.
Ella aún acostumbra a enamorarse unas diez veces por semana, nada serio, solo un cargamento de esas miradas que se dicen mil barbaridades. Sin ya te llamaré ni te recojo a las ocho. Amores de esos que no hacen daño porque no duran el tiempo necesario como para contarlo.
Tal vez en otro momento. Si lo que rigió sus vidas hubiese querido, como quiso que se encontrasen aquella noche, tal vez y solo tal vez se hubiesen sido el uno para el otro aquel verso que ninguno de los dos nunca se atrevió a rimar. O tal vez, aquella noche no ocurrió jamás.

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