Tengo
un invierno para ti,
noches
de enero llenas de mantas y películas,
de
nosotros felices, de tu risa en mi habitación,
de tus
sueños en mi cama.
Te
hablaré de aquella vez que deje en un papel en blanco
mis (Co-)razones
para
querer a alguien que solo me quiere
cuando
tiene miedo.
También
de aquella chica, de mis dieciséis años.
De cuando tuve miedo a que no llegases nunca.
De cuando tuve miedo a que no llegases nunca.
Del
daño que me hicieron,
de cuando
quise
hacérmelo.
Te hablaré
de mis sueños,
de
cuando soñé con la sonrisa de Roma
y supe
que nunca más sabría sentirme sola.
De los
hombres que durmieron a mi lado
y del
frio que dejaron en camas de las que no quiero acordarme.
Tengo
un invierno
y mil
primaveras para explicarte cómo fue el abril que me robaron,
las esperanzas que posé en otras bocas,
el por
qué de todas las veces que fracasé.
Te
quiero
enseñar
cómo me hice a mí misma,
cómo me
atrincheré entre los escombros,
cómo
floté en mis propios estanques
y cómo
aprendí a no esperar nada ni a nadie.
Ya sé
que no tomas café,
que a
veces tienes miedo,
que te
hace reír mi aversión a la gente y a las multitudes.
Pero
quiero
que me conozcas como yo lo estoy haciendo.
Quiero
enseñarte mis miedos, mis poemas y
mis
ganas de vivir.
Quiero que haya una butaca con tu nombre en todas las funciones
Quiero que haya una butaca con tu nombre en todas las funciones
y que ames a todas y cada una de las mujeres que
seré.
Me
gustaría reconocerme en tu sonrisa,
que
captures mis silencios y mis vacios en las fotos que no borras nunca,
que el
mundo entienda por qué no me quedé cuando me vean pasear contigo.
Porque
no sé en qué momento doblé la esquina que me trajo hasta ti;
pero no
daría ni un paso atrás
por
verte sonreír
solo
solo
un
poquito
más.
más.
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